En las aulas del Colegio Antonio Villavicencio, cuando cae la noche y la ciudad se silencia, cobra vida una jornada distinta, marcada por el esfuerzo, la esperanza y el deseo de superación. Es la jornada nocturna, un espacio donde jóvenes y adultos, pese a las múltiples adversidades, se reúnen con un mismo propósito: culminar su bachillerato.
La mayoría son jóvenes que, por diferentes circunstancias, encontraron en la nocturna una oportunidad para avanzar en sus estudios. Junto a ellos, adultos que retoman el camino académico tras años de trabajo o responsabilidades familiares. En esas aulas no solo se comparten conocimientos, también se cruzan historias de vida, se tejen sueños y se fortalecen esperanzas.
Los estudiantes enfrentan problemáticas sociales y económicas que muchas veces los obligan a dividir su tiempo entre el trabajo y el estudio. Sin embargo, en cada pupitre hay un ejemplo de lucha y perseverancia. La nocturna representa para ellos un refugio y, al mismo tiempo, una catapulta hacia un futuro con mayores posibilidades.

El colegio, fiel a su misión, ha diseñado un énfasis en cárnicos y alimentos en agroindustria, brindando a los estudiantes no solo la formación académica, sino también herramientas técnicas que fortalecen sus competencias laborales y abren puertas en el campo productivo.
La jornada nocturna del Colegio Antonio Villavicencio es, en esencia, un testimonio vivo de que la educación transforma vidas.
Aquí, cada noche, se escribe una historia distinta: la de hombres y mujeres que, pese a las dificultades, no renuncian a sus sueños.
Add a Comment