La educación no se limita a la transmisión de conocimientos. Su verdadera esencia radica en formar ciudadanos íntegros, capaces de convivir en sociedad, respetar la diversidad y construir entornos donde prime la paz. En Colombia, este propósito encontró un respaldo legal con la expedición de la Ley 1620 de 2013, más conocida como la Ley de Convivencia Escolar.
Esta ley creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar. Su finalidad es garantizar que los colegios sean espacios seguros, libres de cualquier forma de agresión, acoso o vulneración de derechos.
La Ley 1620 parte de una premisa clara: el aprendizaje florece en ambientes sanos y respetuosos. Por ello, establece herramientas concretas como los Comités de Convivencia Escolar, instancias donde directivos, docentes, estudiantes y familias trabajan de manera conjunta en la prevención de conflictos y la promoción de valores.
En el marco de esta norma, la educación trasciende lo académico. No basta con enseñar matemáticas, ciencias o literatura; también se debe formar en el respeto mutuo, la resolución pacífica de conflictos y el reconocimiento del otro como sujeto de derechos.
El Colegio Antonio Villavicencio, comprometido con esta visión, ha integrado la Ley 1620 a su proyecto educativo institucional. Con acciones pedagógicas, acompañamiento psicosocial y estrategias de participación, busca que cada estudiante sienta la escuela como un espacio protector, donde no solo se aprenda a saber, sino también a ser y convivir.
La Ley 1620 nos recuerda que la educación es más que un derecho: es el camino hacia una sociedad más justa, equitativa y en paz. Y en esa construcción, todos tenemos un papel fundamental: instituciones, familias y estudiantes, unidos en torno a la convivencia.
